flores que me siguen

domingo, 29 de noviembre de 2015

MADROÑO



Arbutus unedo

Jardín de la Casita de Abajo. El Escorial. Foto de Manuel






Andrés Laguna, médico segoviano que atendió al Papa Julio III y a Carlos I, tradujo del griego a Dioscórides, y en los comentarios a las traducciones de este autor leemos: "  El árbol de los madroños, en su grandeza, se parece al membrillo, ansí como al laurel en sus hojas, el color de las cuales es un verde amarillo. La corteza de su tronco es àspera, escamosa y de color oscuro, tirante a rojo, produce en la fín del estío ciertas flores blancas, a manera de campanillas, muy bien ordenadas en unos racimos luengos. Su fructo (según dice Plinio) tarda un año en madurar. El cual, cuando se va madurando, de verde, se vuelve amarillo y, después de maduro, muy rojo. Es, por defuera, todo muy sarpollido y lleno de ciertos granos, los cuales cuando se mascan, exasperan el paladar y la lengua."

El licor y los bollos de madroño, esto lo digo yo, están ¡riquísimos!



domingo, 15 de noviembre de 2015

VISITA CULTURAL



Jardín de la Casita de Abajo. Fondo El Monasterio. Foto de Manuel









El pasado sábado mi Manuelillo y yo fuimos a visitar el Monasterio de El Escorial. Es un complejo que incluye un palacio real, una basílica, un panteón y un monasterio. Se encuentra en la localidad de San Lorenzo de El Escorial, en la Comunidad de Madrid. Fue construido entre 1563 y 1584. El palacio fue residencia de la Familia Real Española. La basílica es lugar de sepultura de los Reyes de España, y el monasterio, fundado por monjes de La Orden de San Jerónimo, está actualmente ocupado por frailes de La Orden de San Agustín. Fue considerado desde finales del siglo XVI, la Octava Maravilla del Mundo.

Por diez euros y más de tres horas largas, nos culturizamos mi pixín y yo, la visita cumplió todas nuestras expectativas y salimos encantados. Como nos quedamos un poco desfallecidos, nos metimos para el cuerpo un bocata de pavo trufado con asadilla de pimientos rojos, que le salen de lujo a mi Manuelillo, y para merendar un chocolate con tarta de zanahoria, que estaba de vicio, y nos fuimos para casa, más satisfechos que todas las cosas.





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